Entre
olas huye la marea, siempre feroz y ligera. Tras la aparición estelar de la
Luna en la función, los aplausos continúan en su eterno suicidio, muriendo así contra
rocas su incesante poema con susurros entonado.
Entre
pisadas incompletas se desvanecen los besos antaño robados, sin cargos de
conciencia disfrutados. La brisa barre sin recelo los rastros de un sol que
horas antes ofrecía calor sin egoísmo alguno. La noche es fría, el ambiente
cálido.
Entre
arenas discuten los vientos, causan estragos sin escuchar tan siquiera de estas
sus lamentos. Bailan a destiempo, rozando cuanto se cruza en su camino, sin
rumbo fijo pero destino asignado.
Entre
caídas en picado se imponen en hermosa alza atrevidos acantilados, vigilan la
playa y tiñen de verde una costa en la que barcos de tiempos lejanos su final
vieron encallado.
Entre
sombras no siempre inocentes, se apaga el color de un bosque a diario
respirado. De su vida conviven seres aprovechados, las gracias no siempre le son
dadas. Desbordando belleza extrema su fauna y flora firman una turbulenta
estampa, para amantes ajenos... inigualable cuadro, por una noche ignorado.
Foto y texto originales de Caroline A.N.
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