Amanece Castilla y León bajo el sol cálido
del verano de Julio, la carretera me aguarda para recorrer cinco horas en
solitario camino. Y al anochecer, tras llegar al fin a la capital orensana para descasar... apenas
cuarenta minutos más tarde, las calles quedaron en silencio y el tiempo
se detuvo en una gélida y entrecortada respiración...
La noticia corría calle arriba y traía
consigo lágrimas que huían calle abajo. Todos abandonaron sus quehaceres o
disfrutes para salir a la calle, coger el móvil y llamar a familiares, amigos y
conocidos en busca de respuestas.
Galicia sufrió un estremecimiento digno del
más alto terremoto en la escala. El pasado 24 de Julio la vida de casi 80
personas se vio prematuramente escapada a través de los raíles de la vía que
cerca de nuestra bella capital compostelana pasaba. Los júbilos de las
festividades del Apóstol se vieron bruscamente intercambiados por pechos
encogidos y estómagos anudados.
Las manos entonces, se lanzaron a la calle.
Médicos, bomberos, voluntarios, vecinos... jóvenes, adultos... cualquiera que
ayuda pudiese prestar, allí estuvo aquel negro día para sin recibir... dar. Ojos
inundados, manos ensangrentadas... llantos como banda sonora del trágico
accidente. Piernas temblorosas abandonaron tras de sí el miedo a no lograr
salir vivo de aquel montón de metales entrelazados en los que se había
convertido su transporte. Dando gracias a quien no quiso que en la curva la vida
que se les había concedido, les fuese robada tan veloz e inesperadamente.
Una sombra se cierne sobre tierras
gallegas... jamás en el olvido quedarán quienes se despidieron antes de,
contrariamente a mí, llegar a su destino.
Desde CLICK! Quiero dedicarles mi más sentido
pésame a quienes la tragedia se coló en sus cotidianas vidas. Y por supuesto,
mil gracias a esas manos que supieron saltar a la vía del tren con los ojos
vendados para socorrer a quienes sin sentido buscaban ser socorridos y
consolados.
Foto: Google Imágenes.
Texto original de: Caroline A. N.
2 Comentarios
Nunca más acertada y nunca más trágica.
ResponderEliminarFue uno de los peores días que nuestra tierra recuerda y que sin duda no olvidará.
Por todos los que ya no están debemos nosotros de seguir y tratar de rectificar algunos de los tantísimos errores que nos rodean.
Y por los que ayudaron y se ofrecieron sin más, debemos nosotros de tomar ejemplo y de aplaudirles porque ellos sí son unos verdaderos héroes.
Por ello he querido dedicarles cuanto tengo en mi poder para expresarme, que no es otra cosa que mi palabra, mi admiración y mi gratitud... puede que valor no tenga, pero en memoria quedará presente y en el texto plasmada.
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